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 La Nada Absoluta, La Nada Relativa, el Algo Intangible, el Algo Tangible
ago 10th, 2011
Hay dos niveles de “nada”, la nada absoluta y la nada relativa, y dos niveles de “algo”, el algo intangible y el algo tangible.
La nada absoluta es la conciencia de que salvo la existencia absoluta de Dios todo es nada y que la existencia absoluta de Dios es absolutamente incomprensible. La nada relativa es el estado de la nada que precede a la creación ex-nihilo. El algo intangible es el aspecto de la realidad que no podemos experimentar directamente. El algo tangible es el aspecto de la realidad que podemos experimentar directamente.
Los términos hebreos para “nada absoluta”, “nada relativa”, “algo intangible” y “algo tangible” (tal como aparecen en los textos clásicos de la Cabalá y el Jasidut, cuando los conceptos están destinados a ser distinguidos el uno del otro) son efes (אפס), ain (אין), iesh (יש) y mamash (ממש), respectivamente.
Éstos corresponden a las sefirot supremas de la siguiente manera: nada absoluta – Corona (en particular, la dimensión interior de la corona supra-consciente), nada relativa – Sabiduría (en particular, la sabiduría contenida dentro de la dimensión exterior de la corona, el origen supra-consciente de la sabiduría revelada), algo intangible – Entendimiento (la conceptualización bien definida); algo tangible – Reinado (la realidad tal como la experimentamos).
Los dos niveles de la nada están aludidos en el Nombre Divino que Dios reveló a Moshé antes del Éxodo de Egipto: “Seré el que Seré” (אהיה אשר אהיה, Ehié asher Ehié). “Seré” implica que aún no hay un estado definido del ser, que el ser es aún potencial, no real. Hay dos estados de “potencial”, “el potencial no-existente” (העלם שאינו במציאות, Haelem sheeinó bemetziut) y “el potencial existente” (העלם שישנו במציאות, haelem sheieshnó bemetziut), que corresponden a los dos estados de la nada (nada absoluta y nada relativa, respectivamente) y las dos veces que “Seré” en el nombre que Dios reveló a Moshé (antes del Éxodo, los judíos se encontraban en un estado potencial, el potencial de convertirse en pueblo elegido de Dios).
El algo intangible corresponde al Nombre esencial de Dios (relacionado a Su atributo de misericordia), Havaiá (‘הוי), que literalmente significa “ser” (implicando que el ser se ha vuelto algo real, que puede ser conocido). Iaakov, después de despertar de su sueño de la escalera (que simboliza la oración), que va de la tierra al cielo, dijo: “Havaiá está ['יש הוי, Iesh Havaiá] en este lugar”, afirmando explícitamente que Havaiá es “algo” (יש, iesh).
El algo tangible corresponde al Nombre de Dios Elokim (אלהים), el Nombre que aparece exclusivamente en el relato original de la creación (cuya guematria es igual a la de “la naturaleza” [הטבע, hateva], la realidad tal como la experimentamos).
En resumen:

Grado del Ser
Sefirá
Nombre de Dios
Nada absoluta (אפסefes)
Corona
אהיה
(potencial inexistente)
Nada relativa (אין)
Sabiduría
אהיה
(potencial existente)
Algo intangible (יש)
Entendimiento
הוי

Algo tangible (ממש)
Reino
אלהים


Seré el que Seré” = 543; Havaiá = 26; Elokim = 86. Todos juntos equivalen a 655 = El Santo Bendito Sea (הקדוש ברוך הוא, Hakadosh Baruj Hu), la connotación general de Dios usada por los sabios.
Al añadir 655 a los cuatro términos básicos que corresponden a los Nombres de Dios, nada absoluta (efes, 141), nada relativa (ain, 61), algo intangible (iesh, 310), y algo tangible (mamash, 380) = 1547 = 7 veces 13 veces 17 = Havaiá (26), más los 27 rellenos posibles de Havaiá (que suman en total 1.521 = 39 [“Havaiá es Uno”, הוי 'אחד, Havaiá Ejad] al cuadrado). De esto podemos concluir que todo es Havaiá (y “Havaiá es Uno”).

Hacer Brillar la Luz del Mentor
ago 10th, 2011
El Vidente de Lublin dijo una vez: “entre mentor y mentor (Rebe y Rebe) no puedo diferenciar y no quiero diferenciar. Entre discípulo y discípulo (talmid y talmid) puedo diferenciar, pero noquiero diferenciar.”
Los dos mentores a los que se refería eran el Arizal y el Baal Shem Tov. Los dos discípulos a los que se refería eran el rabino Jaim Vital (el más grande de los discípulos del Arizal) y el rabino Dov Ber, el Maguid de Mezritch (el más grande de los discípulos del Baal Shem Tov).
El ejemplo clásico de un maestro y su discípulo en la Torá son Moshé y Ioshua. La relación entre los dos es interpretada por los sabios como: “El semblante de Moshé es como el sol, mientras que el semblante de Ioshua es como la de la luna”.
La luna recibe su luz del sol y la refleja a la tierra, iluminando así la noche que si no sería oscura, el momento cuando el sol y su luz desaparecen de nuestros ojos humanos. La noche sigue siendo noche (nadie la confundiría con el día), pero gracias a la luna y su luz, podemos ver por dónde vamos.
Del mismo modo, el discípulo refleja la luz de su mentor en el mundo en un momento o en una situación en que el mundo no puede recibir la gran luz del mentor directamente de la fuente.
En el principio Dios creó dos grandes luminarias, el sol y la luna, pero después disminuyó la luz de la luna con el fin de que se distinguiera entre el día y la noche. El profeta Isaías dice que en el futuro, la luz de la luna volverá a ser tan brillante como la luz del sol, que a su vez será más brillante que como era al principio de la creación.
Y así, a medida que nos acercamos a la época del Mashíaj, el nivel del discípulo asciende para acercarse al del mentor (hasta que, al final el Mashíaj y su discípulo estén al mismo nivel). El discípulo fiel y dedicado continúa recibiendo su luz de su mentor, así como la luna recibe su luz del sol, pero él logra hacer brillar toda la luz de su mentor al mundo (en cierto sentido, incluso mejora la calidad de la luz, haciéndola más accesible para el público en general).

9 de Av: El Iohrzait del Vidente de Lublin
ago 10th, 2011
El Vidente de Lublin falleció, a la edad de 70 años, el 9 de Av 5575 (1815), un día de luto nacional, pero también, de acuerdo con los sabios, el nacimiento del Mashíaj. Mucho antes de su muerte dio a entender a sus seguidores que fallecería el día 9 de Av.
El Vidente de Lublin, el mentor de casi todos los líderes de las principales dinastías jasídicas en Polonia a principios del siglo 19 (según la tradición, 120 Rebes jasídicos fueron sus discípulos), fue uno de los grandes tzadikim que, como el de Rebe Lubavitch en nuestra generación, debido a su infinito amor y compasión para con el pueblo judío, dedicó su vida con entrega total (hasta el punto de enfermarse físicamente…), a traer al Mashíaj ¡ahora!
En cabalá, la muerte de un tzadik se entiende como la elevación de las “aguas femeninas” (el anhelo existencial del alma del tzadik de abandonar los confines del cuerpo físico, y regresar a Dios y formar de Él) que despiertan desde lo alto el descenso de las “aguas masculinas” (la excitación de Dios, por así decirlo, para impregnar la realidad con un “nuevo espíritu” de un gran tzadik, que hará brillar una “nueva luz” al mundo).
Y por lo tanto, es muy apropiado que el día del fallecimiento del Vidente de Lublin (el día más triste del año), el alma del Mashíaj (la más feliz de todas las almas, las letras de Mashíaj [משיח] permutan para deletrear “será feliz” [יִשְמַח, ismaj] y “hará felices a los demás” [יְשַמַח, isamaj]) nace, o mejor dicho, es concebida en el plano espiritual.
De acuerdo con los sabios, desde la concepción hasta “la formación del feto” (cuando las características principales del feto están bien definidas en la matriz) pasan 40 días. 40 días a partir del 9 de Av, nos lleva al 18 de Elul.
El 18 de Elul de 5369 (1609), falleció el Maharal de Praga. Ese mismo día, 89 años después (el 18 de Elul de 5458), nació el Baal Shem Tov. 47 años después, el mismo día (el 18 de Elul 5505), nació el Rebe Shneur Zalman de Liadi, el primer Rebe de Lubavitch.
De forma análoga, Moshé falleció el 7 de Adar, el día de su cumpleaños, a la edad de 120 años. Se nos enseña que no sólo había nacido exactamente 120 años antes de su fallecimiento, sino, que él en realidad nace nuevamente todos los años ese mismo día, el 7 de Adar.
Así vemos que la muerte de un tzadik y el nacimiento (o concepción) de un nuevo tzadik van de la mano. El nuevo tzadik refleja la esencia de la más profunda devoción del primer tzadik en vida. Y por lo tanto, si el primer tzadik sacrificó su vida para traer al Mashíaj, como lo hizo el Vidente de Lublin, entonces, efectivamente, el Mashíaj nace (es concebido) el día de su ascensión al cielo (como en la concepción que tiene lugar en la unión matrimonial).
La desaparición del Vidente de Lublin está asociado entonces con la “desaparición” de la Presencia Divina del Templo Sagrado de Ierushalaim el 9 de Av (el día de la destrucción del Templo – sólo su cuerpo físico murió”, pero su alma ascendió al cielo) para estimular a Dios a traer al Mashíaj (quien permeará la realidad con la revelación Divina, trayendo la redención, la paz y el bien a todos) – ¡ahora!

Uniendo los Cuatro Elementos en el Alma
ago 9th, 2011
Los dos elementos fuego y agua se unen en el Templo. Los dos elementos aire y tierra se unen en la Tierra de Israel.
En el Templo ofrecemos sacrificios a Dios. Los sacrificios ascienden en llamas en el altar. La Torá llama “fuegos” a los sacrificios. Cuando ofrecemos un sacrificio, nos percibimos ardiendo y siendo consumidos por Dios (a los sacrificios también se les conoce como el “pan” de Dios). Experimentamos amar a Dios con todas nuestras fuerzas, no sólo estar listos para entregar nuestra vida por Dios (si así Él lo desease) sino la de ser de hecho consumidos por Él, transformándonos en una parte de Su esencia (tal como el alimento se vuelve parte del cuerpo) – el más alto nivel del amor por Dios.
El servicio del Templo alcanza su ápice en la festividad de Sucot, “el tiempo de nuestra alegría”. Sacrificios son ofrecidos en abundancia, incluyendo 70 vacas, una por cada nación de la tierra (haciendo de Sucot una festividad universal). Sin embargo, la alegría de Sucot no llega a su punto máximo con el sacrificio de los animales en el altar, sino al verter aguas vivas (es decir, de manantial) en el altar. Se dice de estas aguas que son atraídas con alegría de “los manantiales de de la salvación.”
En el Templo del futuro (descripto por Iejezkel, que contemplamos y por el cual rezamos y meditamos todos los días) una pequeña fuente de agua mana desde el Santo de los Santos. A medida que pasa a través de los límites del Templo y sale del Monte del Templo crece más ancha y profunda hasta que se convierte en un caudaloso río que desemboca en el mar y endulza todas las aguas sobre la tierra, trayendo salud y prosperidad a toda la humanidad.
En el lenguaje de Jasidut, el fuego del Templo es la experiencia de que “Dios es todo” (no hay nada más que Dios, no existe nada más que Él), mientras que el agua del Templo es la experiencia de que “todo es Dios” (toda la realidad es Divina en esencia, y si “todo es Dios,” entonces todo es bueno y dulce –ya no existen aguas amargas sobre la faz de la tierra).
De la Tierra de Israel está dicho: “El aire de la Tierra de Israel nos hace sabios”. El aire de Israel es propicio para que nos volvamos sabios en la sabiduría de la Torá, como está dicho “no hay Torá, como la Torá de la Tierra de Israel”. La sabiduría es penetrar en las profundidades de la realidad (los secretos de la creación) y un sentido profundo de la intuición de la causa y el efecto en nuestra vida.
La tierra de la Tierra de Israel es sagrada. Los sabios preguntan: “¿Por qué se la llamó ‘tierra’ [ארץ, eretz]?” Ellos responden: “Porque deseó [רצתה, ratztá] hacer la voluntad [רצון, ratzón] de su Creador”. La “Tierra” fuera de Israel también alude a la “voluntad”, pero una voluntad que no está alineada esencialmente con la voluntad de Dios, como lo está la voluntad innata de la Tierra de Israel.
Y así, el aire de Israel es la fuente de la sabiduría, mientras que la tierra de Israel es la fuente de lavoluntad rectificada. La voluntad y la sabiduría son las dos propiedades más fundamentales del alma (que corresponden a las primeras dos sefirot). La Tierra de Israel nutre a ambas, como una madre amamanta a su hijo. En contraste, la experiencia en el Templo es experimentar realmente de forma “madura” a Dios Mismo (más allá de la rectificación de nuestra propia alma).
Crecemos” en la Tierra de Israel, respirando su aire y pisando su tierra, y luego llegamos al Templo para ver a Dios (fuego) y ser vistos por Él (agua).

Tres Razones Para Honrar A Tus Padres
ago 8th, 2011
El nombre de este mes, Av, significa “padre”. Este es el mes para conectarse con nuestros padres (padre y madre) y honrarlos.
Honrar a tu padre y a tu madre…” es el quinto de los Diez Mandamientos. Los sabios enseñan que Dios ha puesto el honor de nuestros padres antes incluso de Su propio honor.
¿Por qué honrar a nuestros padres es una mitzvá tan grande? Se dan tres razones:
1. Han hecho tanto por mí…. Sin ellos no estaríamos aquí, por no mencionar el interminable esfuerzo e inversión de recursos que pusieron en mi formación.
2. Honrar a mis padres es reconocer, fortalecer y arraigar profundamente en mi conciencia la tradición judía que me heredaron, ya que esta tradición desciende y se desarrolla de generación en generación.
3. Honrar a mis padres es en esencia honrar a Dios, porque Su Luz Infinita –el poder de la procreación– se invistió en ellos cuando me concibieron. Ellos reflejan para mí la presencia del Creador Todopoderoso.
En el Zohar encontramos que “Israel, la Torá, y el Santo bendito sea Él son uno”. Las tres razones para honrar a los padres, según el orden anterior, corresponde a Israel, la Torá, y Dios, respectivamente.
La primera razón es que mis padres merecen que los honre de la misma manera que cualquier persona que me haya brindado bondad y amor. Al honrar a mis padres les expreso mi más sincero agradecimiento. Ellos representan para mí el ideal de la devoción de un alma por la otra. Y consecuentemente reflejan en mi conciencia la esencia de mi pueblo, Israel, de quien se dice, “Todo Israel son amigos”. En este sentido, honrar a mis padres es honrar a Israel, el pueblo al que pertenecen. De acuerdo con esta razón, la mitzvá de honrar a los padres es una mitzvá “entre hombre y hombre”.
La segunda razón corresponde claramente a la Torá. De acuerdo a esta, veo a mis padres como un enlace (el enlace más próximo a mí) en la cadena de la tradición de la Torá desde nuestros patriarcas, Abraham, Itzjak y Iaakov, hasta el presente. En hebreo las palabras “padre” (הורה,horé) y Torá (תורה) son afines. Un padre de familia es, pues, aquel que me entrega la Torá.
La tercera razón corresponde a Dios, quien invistió Su Luz Infinita en mis padres cuando me concibieron y todavía puede ser vista como presente en ellos. De acuerdo a esto, la mitzvá de honrar a los padres es una mitzvá “entre el hombre y Dios”. Veo a mis padres y veo la Divinidad reflejada en ellos. Y así, al honrar a mis padres en el plano físico, en cierto sentido adoro a mi Creador, mi Padre Celestial, en el plano espiritual. Sólo un alma judía es capaz de hacer esta distinción, sin caer en lo que podría ser equivalente a la idolatría, adorar a nuestros padres físicos, Dios lo prohíba. Es por eso que, según esta opinión, honrar a nuestros padres no es uno de los siete mandamientos para los hijos de Noaj otorgados a toda la humanidad, aunque sin duda es uno de los atributos más loables de cualquier ser humano. De hecho, los sabios traen el mejor ejemplo de honrar a los padres en la historia de Dama ben Natina, un no-judío (pero que al final tomó una piedra de la tumba de su padre y la erigió como un ídolo).

¿Si No Puedes Verlo No está Allí?
ago 1st, 2011
Una importante regla talmúdica dice: “’No lo vimos’ no prueba [que no existe o que no sucedió]”.
En hebreo, “vista” (רְאִיָה, reiá) y “prueba” (רְאָיָה, reaiá) – ambos de la raíz “ver” (ראה) – se escriben igual pero se vocalizan de manera diferente.
Cuando dos testigos calificados (casher) ven un evento y lo atestiguan en la corte, sirve como prueba suficiente de que el evento en verdad ocurrió. Pero como regla, si testifican “no vimos” –por ejemplo, que la vecina a quien vemos a diario se casó– no sirve como prueba de que no ocurrió.
La razón detrás de esta regla es que no todo lo que existe y sucede (incluso a nivel macroscópico) es legible y necesariamente visible para el ojo humano. Tal vez la chica se casó, pero en privado, en secreto.
La extensión de esta regla nos enseña que existe un mundo oculto (עלמא דאתכסיא, alma ditkasia) detrás del mundo revelado (עלמא דאתגליא, alma ditgalia) en el que vivimos y que vemos.
Por lo tanto podemos concluir que la vista y la prueba son iguales sólo en una dirección: Ver algo es una prueba de su existencia, pero no verlo no es una prueba de su inexistencia.
Pero uno puede argumentar que esto no es muy satisfactorio. Si las dos palabras son la misma en hebreo, el lenguaje de la creación, consecuentemente, en algún plano la vista debe ser una condición necesaria (es decir, un antecedente cuya negación supone la negación de la consecuencia) como prueba de la existencia. En otras palabras, en ese plano, si no ves algo es una prueba de que no existe!
Este es por cierto el ideal del futuro, el nivel de la visión (de todo) que alcanzaremos en el tercer Templo eterno, donde llegaremos a ver y seremos vistos por Dios (que es uno y todo). Acercarse a este ideal –reconstruir en nuestra conciencia del Templo Sagrado– es el servicio espiritual del mes de Tamuz, el mes asociado en Cabalá con el sentido de la vista.

El Ojo De La Mente, El Ojo Del Corazón
jul 26th, 2011
Tanto la mente como el corazón poseen un “ojo interior”. En Shabat, el ojo interior de la mente se abre para ver la Divinidad en meditación contemplativa. En el Templo el ojo interior del corazón se abre para ver a la Divinidad en la oración sincera.
El verso dice: “Y harán para Mí un santuario y Yo moraré dentro de ellos”. Y los sabios lo interpretan: “no dice ‘en dentro suyo’ (implicando que la Presencia Divina morará solamente en el interior del santuario físico) sino que ‘dentro de ellos’ –en el punto más interno del corazón de cada judío”.
Aunque está prohibido para el no-judío observar (cumplir todas las leyes de) Shabat, el Templo intenta ser “una casa de oración para todas las naciones”. Cuando un no-judío llega al Templo Sagrado de Ierushalaim a volcar su corazón al Dios de Israel en oración, experimenta la Presencia Divina que reside en el Templo. La increíble experiencia de entrar en el santuario de Dios llevó a muchos no-judíos (incluso aquellos que sólo vinieron a ‘hacer una visita’ al Templo judío) a convertirse al judaísmo.
El tiempo del exilio posterior a la destrucción del Templo físico (debido a nuestros pecados), es una época en que “ya no vemos nuestras señales [de Divinidad revelada]”. En el Cantar de los Cantares está descripto como un tiempo en que “Yo estoy dormido, pero mi corazón está despierto”. En el sueño los ojos se cierran, y lo mismo ocurre durante el exilio, el ojo interior del corazón se cierra en el plano consciente del alma (“estoy dormido”), no obstante queda abierto y despierto en el plano inconsciente (sin embargo, mi corazón está despierto”). La experiencia inconsciente del ojo interior del corazón es lo que nos inspira y motiva, mientras permanecemos en exilio, a dedicar nuestras vidas a la Torá y las buenas acciones.
En Cabalá, el Shabat es sabiduría (que correspondiente a la iud del Nombre esencial de Dios), y “la sabiduría es la (experiencia primaria de la) mente”. El Templo es entendimiento (que corresponde a la primera hei de Havaiá), y “el entendimiento [permea] el [la experiencia del] corazón”. La sabiduría está por encima del tiempo, y de igual manera el Shabat se queda con nosotros para la eternidad (porque la esencia de la mente y la experiencia de su ojo interno son inmutables). Ahora el lugar del Templo visible (el entendimiento se asocia con “lugar”) está desolado (los juicios severos son manifestaciones del entendimiento, no de la sabiduría y  de la experiencia del corazón y las facultades de su ojo interno, a veces reveladas y a veces ocultas), pero pronto será reconstruido con la llegada del Mashíaj. Entonces atestiguaremos la Divinidad con el ojo interior de nuestro corazón a un nivel superior y más esencial del que puede ser presenciado por el  ojo interior de la mente.


El Temor del Templo
jul 24th, 2011
Guarda Mis días de Shabat y siente temor de Mi Templo.” ¿Qué tienen en común el Shabat y el Templo? Ambos se relacionan con el sentido de la vista.
El verso “Observa Mis días de Shabat y siente temor de Mi Templo, Yo Soy Dios” (את שבתתי תשמרו ומקדשי תיראו אני הוי) aparece de manera idéntica en dos ocasiones en la Torá. Las letras iniciales de las 7 palabras del verso (א ש ת ו ת א י) equivalen a 1118 = “Oye, Israel, Havaiá es nuestro Dios Havaiá es Uno” (שמע ישראל הויאלהינו הויאחד), nuestra declaración de fe que se nos ordena repetir dos veces al día –mañana y tarde, ya sea en un estado (físico y psicológico) de luz o en un estado de oscuridad. 1118 es el mínimo común múltiplo de 26, Havaiá, y 86, Elokim, los dos Nombres de Dios (el primero corresponde a Su trascendencia y el segundo a Su inmanencia) que unimos en el Shemá. El resto de las letras del verso (ת בתתי שמרו מקדשי יראו ני הוה) equivalen a 2505 = 15 (el Nombre de Dios, Kah, י-ה) veces 167, el valor de “Havaiá es nuestro Dios Havaiá es Uno” (הויאלהינו הויאחד).
En Jasidut se nos enseña a meditar que la primera palabra del Shemá: “Escucha (Israel…)” ([שמע [ישראל) se refiere a la frase de Isaías: “Alzad vuestros ojos, (y ved a quien los ha creado)” ([שאו מרום עיניכם [וראו מי ברא אלה). Al hacer esto llevamos el sentido de la vista al sentido del oído (entendimiento).
Explicamos anteriormente la relación de Shabat con la vista. En cada uno de las tres festividades anuales se nos ordena venir al Templo Sagrado para poder ser visto por Dios y que Lo veamos a Él, por así decirlo. Este es uno de los 613 mandamientos de la Torá, el mandamiento de “ver” (מצות ראיה). El temor reverencial del Templo es el temor de la experiencia de atestiguar directamente la Divinidad y sentirnos ser vistos a nosotros mismos por Su misma esencia.
Ahora tomemos cada tercera letra en el versículo anterior:
את שבתתי תשמרו ומקדשי תיראו אני יהוה
Las últimas cuatro de las diez letras enfatizadas deletrean la palabra “vista” (ראיה), a partir de la reish de “temer” (nótese que “temer” y “visión” se derivan de la misma sub-raíz de dos letras, resh alef, רא) y concluyendo con la primera letra y la última de la palabra final del verso, el Nombre esencial de Dios, Havaiá. La guematria de las diez letras enfatizadas, 1332, es la del verso que precede a los Diez Mandamientos, cuando experimentamos la unión de los dos sentidos de la vista y el oído (“Y todo el pueblo vio las voces”, וכל העם ראים את הקולת): “Y dijo Dios todas estas cosas que diciendo” (וידבר א-להים את כל הדברים האלה לאמר).

Observando el Shabat
jul 24th, 2011
El Shabat en relación al resto de los días de la semana es como la vista al oído. Durante toda la semana las vibraciones Divinas llenan mi corazón, en Shabat, veo la Divinidad.
En el Zohar aprendemos que la palabra “Shabat” (שבת), representa el secreto de los ojos. Los tres brazos de la primera letra, shin (ש), aluden a los tres patriarcas y a los tres colores asociados con sus atributos espirituales (bondad, poder y belleza) que aparece en los ojos –la parte blanca del ojo (לבן), las venas rojas que se pueden ver en “mar” blanco del ojo (אדום), y el color de ojos de la persona (al que se llama genéricamente “amarillo verdoso” ירוק). Las letras bet y tav de Shabat deletrean la palabra “bat”, que literalmente significa “hija” (que corresponde en la Cabalá a lasefirá del reinado, personificado por el Rey David, la cuarta “rueda” de la Carroza Divina, simbolizada aquí por los cuatro colores de los ojos), se refiere a la pupila negra (שחור, shajor) del ojo (בת עין, bat ain).

Los valores numéricos de los cuatro colores presentes en el ojo (a los que se alude en la palabra Shabat), la Carroza Divina de los ojos (revelado en el día de Shabat) –blanco (לבן, 82, laván), rojo (אדום,51, adom), amarillo verdoso (ירוק, 316, iarok), negro (שחור, 514, shajor) – añadir a 963, la guematria de la frase en la que “la vista” aparece por primera vez en la Torá: “Y Dios vio que la luz era buena” ( וירא אלהים את האור כי טוב, Vaiar Elokim et haor ki tov).
Después del pecado original, Adam y Java escucharon “la voz de Dios,” caminando por el jardín. Escucharon a Dios que les hablaba y Le contestaron. Esta es la conciencia de “oir”, la altura de nuestra conciencia de la Divinidad (Dios y Su Divina Providencia) es nuestra vida posterior al pecado original, la conciencia de los días de la semana, los días de trabajo (“Con el sudor de tu frente…”).
Pero en Shabat regresamos al estado prístino de la conciencia de Dios como lo era antes del pecado original (y que será universal en el futuro). En la terminología de la Cabalá, entre semana nuestra conciencia está en el nivel de comprensión (“escuchar” en hebreo también significa “entendimiento”), mientras que en Shabat nuestra conciencia se eleva al nivel de la sabiduría (visión directa de los misterios de la creación ocultos en de la realidad, y en el “misterio de misterios,” el Creador de la realidad, la Realidad verdadera y absoluta).
Entre semana todo lo que nos pasa, todo lo que vemos y oímos, nos “habla” de Dios y Su Providencia. En Shabat no se nos tiene que hablar de Dios, Lo experimentamos directamente.
Existen dos excepciones de esta distinción entre Shabat y los días de semana, cuando elevamos dos veces la conciencia de Shabat durante el tiempo mundano de la semana. El Arizal enseña que nuestra conciencia durante el rezo, todos los días de la semana tres veces al día, está al nivel de Shabat. Los momentos de rezo, cuando nos volvemos hacia Dios y nos dirigimos de Él directamente, son Shabat puesto que su luz brilla y permea la semana.
También, en el Zohar se llama Shabat al verdadero erudito en la Torá. Constantemente en comunión con Dios mediante Su Torá (que es una con Él) experimenta la conciencia del Shabat toda la semana.
Es más Difícil ver lo Bueno en una Mala Persona que Ver lo Malo en una Buena Persona
jul 23rd, 2011
Bueno en lo malo” (טוב ברע, tov berá) = “malo en lo bueno” (רע בטוב, ra betov) equivale a 289 = “bueno” (טוב, 17, tov) al cuadrado.

Las frases “bueno en lo malo” (טוב ברע) y “malo en lo bueno” (רע בטוב) sólo aparecen una vez en la Biblia, yuxtapuestas en el mismo verso –“lo bueno en lo malo ó lo malo en lo bueno” (Levítico 27:10). En el contexto del verso –la prohibición de sustituir un “buen” sacrificio por uno “malo” o viceversa –“bueno en lo malo ó malo en lo bueno” se traduce como “bueno por malo o malo porbueno”. De esto podemos inferir que si uno ve bueno en lo malo ó malo en lo bueno, en cierto sentido está sustituyendo el bien por el mal y el mal por el bien.
Pero de la guematria anterior aprendemos que en definitiva al ver el bien en el mal y el mal en el bien, y de esa manera sustituir el uno por el otro, se hace evidente que todo es (para) bien. Esta aparente paradoja se refleja en la continuación del versículo, que dice que si uno sustituye bueno por malo o malo por bueno, (y por lo tanto comete una transgresión) ambos se vuelven sagrados, ¡todo se vuelve bueno!
Relativamente, lo malo está en la superficie de lo bueno, es la “cáscara” del bien (cuyo máximo propósito en la creación es proteger el bien, el “fruto,” y permitir que crezca y madure). El bien, por otro lado, está oculto dentro del mal, por eso que es más difícil ver lo bueno en lo malo, que lo malo en lo bueno. Los sabios nos enseñan que incluso los malvados de Israel están llenos demitzvot (buenas obras) como una granada está llena de semillas (su fruto).

En la Cabalá, el “proceso de clarificación” (עבודת הבירורים, avodat habirurim) es separar lo bueno de lo malo, lo que por supuesto sólo puede lograrse si uno es capaz de ver, de identificar, lo bueno en lo malo y lo malo en lo bueno. El ojo derecho rectificado es capaz de identificar lo bueno en lo malo y extraerlo a fin de guardarlo. El ojo izquierdo rectificado es capaz de identificar el mal en el bien y extraerlo a fin desecharlo. La extracción real, tanto de lo bueno de lo malo y lo malo de lo bueno, es realizada principalmente por la mano derecha (el órgano “controlador” del mes de Tamuz, como se explica en el Libro de la Formación), la mano de la bondad.
Rav Ginsburg


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