Parashá de la Semana




Por: Rabino Emmanuel Many Viñas

Por qué mintió Abram?
  
Palabras de Torá en honor al Shabbat Lej Lejá


En la Parashá de esta semana Abram y Sarai dejan a sus familias y al pueblo en donde se criaron y viajan a la tierra de Israel siguiendo el mandamiento de Hashem. Una vez llegan a su destino descubren que hay hambre en la tierra y siguen hacia Egipto. En Egipto, Abram le dice a Sarai: ¨Mira, ahora sé que eres una mujer hermosa. Y cuando te vean los egipcios dirán: ¨ésta es su mujer´. Entonces a mí me matarán y a tí te dejarán con vida. Por favor, diles que eres mi hermana para que me vea beneficiado por tu causa y gracias a tí me perdonen la vida¨. Sucedió de tal manera y faraón le regala a Abram grandes cantidades de valores y se lleva a Sarai para su harén para tomarla como esposa. Luego, la verdad sale a relucir cuando toda la casa de faraón sufre de una plaga y él se da cuenta que Sarai es la esposa de Abram. Después de todo eso, Abram Y Sarai se van de Egipto y se llevan todo lo que faraón les había dado.

Nuestros sabios Rabinos preguntan: ¿Cómo pudo ser que Abram mintiera para protegerse así mismo y exponer a su esposa al peligro de la violación por parte del faraón?. ¿Donde estaba su fe? ¿Por qué no dijo la verdad desde el principio? ¿Por qué entro a Egipto si ya sabía que ese peligro existía allí?

Algunos Rabinos tratan de disculpar estos actos de varias maneras tratando de mantener que ellos no pecaron en esta situación. Pero El Ramban Najmanides de Gerona (1194-1270) comenta que ellos sí pecaron. Esta historia es de acuerdo a él una falta de Abram, lo que causó o influenció de alguna manera lo ocurrido luego con la estadía y posterior salvación de la esclavitud de los judíos en Egipto. De acuerdo a Najmanides, el Ramban, Abram debió haber dicho la verdad y haber contado con la ayuda de Dios en esta situación. O mejor todavía, se debería de haber quedado en la tierra prometida, contando con su fe que el Dios que lo dirigió a esa tierra también le daría para sus necesidades.

Desde este punto de vista, la Torá no presenta a nuestros patriarcas, matriarcas o líderes y maestros como santos. Las vidas y acontecimientos de nuestros líderes son detallados en la Torá para inspirarnos que al igual que ellos que tenían profecía e hicieron grandes milagros y se pasaron las vidas buscando unión con Dios tenían situaciones adonde fallaban. Nosotros también tenemos situaciones adonde fallamos pero podemos mejorarlo y continuar en nuestra búsqueda de alegría y unión con Dios. El camino auténtico de la Torá no es el camino de perfección basado en eventos falsos o haciendo parecer a los personajes en ella descritos como perfectos en todos sus caminos y que nunca se equivocaron– es el camino de la lucha constante y honesta para mejorarnos, de corregir nuestras faltas, buscando alegría y paz interior.

Las demás culturas que rodeaban al pueblo judío tenían la costumbre de presentar a sus fundadores, lideres y reyes como perfectos y sin pecados. La Torá es única en este aspecto. En el historial de la historia judía las faltas de nuestros líderes son mencionadas juntamente con sus éxitos. Esto recalca que la verdadera intención de nuestra Torá no es de servir como un libro de historias o costumbres de la mitología judía. La Torá se concentra en servir como un libro de desarrollo personal para cada individuo. Los líderes y sus vidas son presentadas para inspirarnos en nuestro proceso personal de desarrollo y mejoramiento. La idea más importante de la Torá a este respecto es que todos andamos en un viaje de descubrimiento al igual que nuestros fundadores Abram y Sarai estuvieron buscando la tierra prometida. En esta jornada a veces fallamos pero las equivocaciones no deberían de detenernos. Las faltas de nuestros antepasados (y las nuestras) son admitidas para inspirarnos a superarlas y seguir en nuestro largo viaje a la armonía, la alegría y la paz espiritual.